lunes, abril 17, 2006

Proyecto A: Homo sapiens (parte I)



"En el laboratorio del gran inventor, hace ya miles de años, un siniestro experimento, donde una pareja de mamíferos fueron los protagonistas, comenzó una historia que en las próximas generaciones, sus versiones cambiarían totalmente. Fábula o verdad... eso es algo que nunca se sabrá".


Al principio de todo, el conocimiento de la alquimia equivalía cuan poderoso podría llegar a ser alguien, y en épocas donde todo era claridad y resplandor en el cielo, el máximo representante de este género era aquel que se hacía llamar Dios. Su fama era reconocida en todo el reino celestial. Espectáculo que ofrecía era un éxito seguro, más aún si la mente de cada uno de los asistentes resultaba ser controlable, en todo sentido de la palabra.
Días antes de que se presentara el show que, según el mismo Dios, sería su obra maestra, uno de los arcángeles más jóvenes de nombre Luzbel se acercó a los laboratorios del científico, en busca de conocimiento y respuestas a sus inquietudes. Tal fue su impresión al ver hectáreas y hectáreas de tubos de ensayo con líquidos de incontables colores, pero no vio a Dios por ninguna parte.
Siguió avanzando en la inmensa habitación hasta llegar a dos bultos tapados por una sábana negra. La tiró y no pudo contener las lágrimas ante lo que distinguía como dos simios rapados, temblando desnudos por culpa del frío, en distintas jaulas. Cada una de éstas con un nombre grabado en una placa de oro. La primera decía "hombre", la segunda "mujer". En una mesa continua se encontraban varias identificaciones falsas donde figuraban nombres como Yavé, Iehova, Ra, Zeus, Júpiter, y muchos otros que se harían impronunciables para cualquier mortal. También estaban los papeles de un tal proyecto "Homo algo" en el que se mostraba a los dos pobres animales interactuando en un planeta llamado tierra...
-¿Qué haces aquí?- era la voz de Dios, profunda y grave como de costumbre
- Yo...- con un movimiento torpe, Luzbel derribó la mesa y se dio vuelta rápidamente.- yo sólo vine a avisarle que la cena está servida- esa fue la excusa más pronta y ridícula que se le vino a la cabeza. Luzbel estaba nervioso, sabía que su curiosidad le jugaría en contra esta vez.
- Supongo que no viste mis apuntes- dijo el "imperturbable" alquimista mostrando una preocupación sospechosa, y un enojo repentino.
- Si, digo ¡no!... bueno, la verdad es que sí, pero ¡Por favor, no me haga nada malo!- Luzbel miraba el suelo esperando el castigo de Dios. Luego de un rato levantó la cabeza, y pudo observarlo en una postura totalmente reflexiva
- Tiene que haberse dado cuenta de mi experimento.- palabras que repasaba, una y otra vez, Dios en su mente.- "Aún no están listos los homo sapiens. Todavía son sólo un par de monos. Van en lo que denomino como "homo erectus". ¡Son muy tontos!... pero... quizás así sea más interesante verlos sobrevivir.
Pero que haré con este idiota. Me sorprende que el don de la inmortalidad sea entregado a individuos tan estúpidos. No puedo callarlo para siempre. Debo enviarlo a otro lugar... ya conozco la solución."-
- Ja, ja, ja, me has sorprendido- dijo finalmente rompiendo el silencio- esperaba que fuera una sorpresa, pero ya que estás aquí te contaré... Este es el primer Reallity Show del espacio y tiempo...
- Pero ¿Por qué tienes encerradas a esas pobres criaturas?- preguntó Luzbel. No por nada es el arcángel con más sentido de amor en el reino.
- Eh, bueno... ellos en un principio fueron muy violentos cuando los rescate del primer desastre de los cometas. Pero los he ido educando y cuido del resto del universo... porque los amo.- respondió el alquimista mientras una sonrisa piadosa se dibujaba su rostro.- Y ahora que te miro bien, mi joven amigo, eres perfecto para el papel del anfitrión ¿Has pensado ser una estrella reconocida por su talento- dijo con falsa imagen el estafador.
El único defecto de Luzbel, sin contar su curiosidad, y el uso del corazón por sobre el cerebro, es ser crédulo, es decir, todo lo que se le diga sea verdad o mentira, si tiene buenos fundamentos... lo cree.
- Todo el tiempo, e incluso ya he pensado en mi nombre artístico "Mefistófeles"- dijo entusiasmado el arcángel.
- Me gusta ese espíritu, pero no has pensado uno más corto.-
- No se preocupe, tengo varios: Satanás, Satán, Lucifer, Diablo...-
- Diablo es bueno... el Show de Diablo. Suena bien.-
Y así se cerró el trato, y dentro de una semana todo estaría listo para la parafernalia. Había que arregla el cielo y la tierra; poner plantas por aquí, animales por allá, y un par de bichos raros no sé donde.

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