lunes, abril 17, 2006

Historia de como la verde colina se transformó en escenario de los más tristes episodios de un pobre desdichado. (parte III)



Pinkpocket sintió miedo, se puso de pie después de meditar el extraño sueño. Sudaba con solo pensar que sus manos serían capaces de tal horrendo crimen. Su casa estaba vacía, daba por suposición que todos estaban en sus labores. Bajó a la cocina a prepararse algo para aliviar su fatídica hambre. Un café con un pan tostado del día anterior, con un poco de sabor a mantequilla. Prendió la televisión buscando cualquier tipo de distracción, pero sus intentos fueron en vano. Ninguno de ellos le ayudó a olvidar ese sueño.

- Debo estar volviéndome loco. Si ni siquiera tengo un arma.- dijo en voz alta. Pero la inseguridad seguía en su cabeza. Sentía gran aprecio por su hermano mayor, por lo que sacó por conclusión que mientras más alejado éste se encuentre, más imposible será que se lleve a cabo su crimen.
Efectivamente, una nota que encontró en la mesa le decía que él, su hermano, se encontraba en la casa de su abuelo, en la playa. Buscaba relajarse después de terminar con su novia... mejor dicho, ella terminó con él. Respiró más tranquilo y decidió seguir con la rutina de su día. Se vistió con colores vivos, al contrario del negro fúnebre de aquel mal sueño, porque eso era... un mal sueño.
Al salir vio a la distancia lo que distinguía como la verde colina. Si bien ya no resultaba una amenaza, aún le producía un escalofrío en su espalda. No le dio tanta importancia, quizás no la suficiente a la merecida, siguió al pie de la letra su monótona vida.

Todo se produjo de lo más normal. Asistió a clases, disfrutó con sus compañeros de los jóvenes días que atraviesan en su paso por esta tierra, y se retiró cansado a su casa sin otra intención de dormir. Al caminar un par de cuadras desde el paradero donde lo deja la micro, y bajo las rojas luces del día que con cada segundo desaparecía en el horizonte, miró hacia la verde colina, que se teñía de bermellón.
Pinkpocket sintió miedo, veía el mal presagio en aquel cuadro inmóvil. El aire era denso, y sólo escuchaba el sonido de sus pasos al avanzar. Ni siquiera ver que su casa seguía oscura, señal de la soledad en su interior, le entregaba calma... sólo le daba el ambiente de muerte del que intentó huir todo el día.

- Me siento un maldito títere del destino ¿por qué me quieres hacer partícipe de este maquiavélico juego?- decía mientras observaba el cielo. esperaba la respuesta de un dios que nunca quiso responder. Todo era silencio, incluso los perros se quedaron mudos al avanzar a su lado.- Ellos pueden sentir a la guadaña siguiendo mi sombra. La respetan, es por eso que sólo inclinan la cabeza en pos de su superioridad- el sonido de su llave atravesando la cerradura lo volvió a la realidad.
Sobre la mesa estaba su celular con un mensaje de texto por leer. Era su hermano le pedía que se juntaran en la colina verde antes del anochecer. Parecía desesperado y sin más salida que la ayuda de alguien de su propia sangre.

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