martes, septiembre 11, 2007

ESCOLARES EN LAS TRINCHERAS


La vida de escolar no es muy distinta a un campo de batalla de la segunda guerra mundial; Que, ¿creen que exagero?...

Por un lado encontramos a los herederos del antisemitismo prusiano, que ven en unos pobres zalameros la causa de toda su desgracia. Calculadores todos ellos, como buenos judíos, quienes en su papel de víctima saben como conseguir siempre lo que quieren, becas o un par de décimas más, pero que al momento de comprometerse con el resto del curso, son un sector que no busca muchos riesgos para su presencia… "asegurados" dirían algunos. Lo reconozco, eso molesta… más aún cuando se saben odiados, pero poco y nada les interesa… creo que después de todo si pueden tener algo de culpa.

Lo cómico es que aún alegando con razones de sobra, los neo nazis chilensis, no son más que una espina en el culo de Hitler. Créanme que si el Führer tuviera la oportunidad de acabar con todo aquel mestizo, que use el nombre de su visión de mundo, arrojaría algún Blitzkrieg sin pensarlo dos veces.


También están aquellos que tras estandartes rojos dicen enfrentarse contra la injusticia de la desigualdad, mezclando sus resentimientos con el implante sectorial de tener que ser homogéneos. Juegan con palomas y laureles pero si acaso llegas a tener un peso más en tus bolsillos, te apuntan con el dedo diciendo cerdo fascista, capitalista, pinochetista. Cuando por naturaleza somos diferentes.

Qué culpa tiene quien busca ser algo más… ¡malditos come-guaguas! Gritaban en su esquina los “poderosos del curso” en parte concientes de las diferencias de cada sueldo de los apoderados… pero que no escatiman intentos por revertir esa situación, ya que es lo único que asegura su estatus e influencia ante todo… el problema es que cada pelmazo a su alrededor les seguían el juego exclusivamente a ellos. Compradores de conciencias, venderían a sus propias madres por un turro de billetes.


Era un colegio estricto pero bastaba con que ocurriera una pelea entre dos sujetos de distintos bandos y una vez frente al director que jugaba a ser justicia divina tras sus hábitos… ¿mencioné que era un colegio católico?... “Guiadme oh Señor en esta difícil decisión”… decía el tipo mientras miraba el techo esperando que alguien le soplara en el oído que las indulgencias nunca pasaron de moda, total su Audi necesitaba gasolina. Finalmente eran castigados según su mensualidad… mientras más alta ésta sea, menos severa la condena.


¿Qué a cual bando pertenecía yo?... veamos, mi apellido no es ni Allessandri o Errázuriz y mi cansado viejo por mas que se rompa la espalda no logrará ganar más que muchos otros… no se trata de dinero, tampoco de tener resentimientos por quien tiene más que yo, bien por ellos. No tengo intenciones en buscar a los culpables, de lo que algunos quieren que piense es una desgracia... y una vez encontrados, discriminarlos. Tampoco soy víctima, ni me gusta jugar a eso. Si he de merecer algún beneficio o maldición no dudaré en recibir apoyo o soportar el golpe.

¿Qué hay de Dios?, bueno… él o eso. Aún si existiera, creo que el callar los problemas con rezos y ceremonias no llevará muy lejos a las personas que dicen representarlo… es claro que ardería en la hoguera o sería apedreado por blasfemar la autoridad religiosa… pero al momento en que el hombre lee libros sagrados ya les agrega su propia imperfección a cuanto interprete, encontrando sólo lo que quiere ver.

Pero resulta igual de estúpido fundamentar la fe en los documentales de Infinito, Discovery o History Chanel, que ponen en tela de juicio todo y a todos, dejándose guiar ya no por un tipo sentado en su silla en el Vaticano, sino por otro tipo sentado en su silla que sólo buscó saber la verdad, y aún si la tuviera ¿sabe realmente qué hacer con ella?


Saco por conclusión, aparte de que fui y sigo siendo un inadaptado… que no somos más que una saqueada y mala interpretación de lo que puede haberles ocurrido a nuestros padres… ¿Qué saben un montón de mocosos lo que les espera después del colegio? Fuimos sólo una manada de simios en formación, algunos gastaron excusas añejas para definir su vida mientras que otros nunca se adaptaron.

Y en lo personal, la teoría de una sala de clases como campo de batalla de la segunda guerra mundial me dejaría en un papel tan vago como el de Suiza. Que diablos… debo encontrar otra forma de representarme en ese contexto. Seguir buscándome.


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