miércoles, julio 22, 2009

UN TRAGO AMARGO

Luego de mirar un par de veces por la ventana, abrió la puerta para acercarse a hablar conmigo. Vestía sólo unas cuantas ropas desteñidas, que contrastaban con el sonido de un gran televisor al interior del inmueble. Tomó la iniciativa en el diálogo con un “¿Si?” con tintes de desconfianza, puesto que no todos los días golpean a su puerta las malas noticias, hay días en que simplemente no golpean.


Con el más tranquilo tono respondí con un “Buenos días, aquí viven los jóvenes Salgado…” tranquilo pero fue suficiente para que mi silencio pasará a tomar protagonismo en el asunto. La razón… la serie de preguntas y conclusiones en el monólogo de la dama presente. Un repertorio que no sería la primera vez que lo formula.

“Quién es usted”

“Periodista”

“No te basta con cagarnos la vida”

“Deja de joder y ándate a la…

En ese momento no existía reacción alguna por parte de mis extremidades, no había más espacio en mi cabeza, sólo para la resonancia de las palabras que con tanta ferocidad aquella señora me decía una y otra vez. Y sólo han transcurrido 2 minutos.

Ya estaba convencido de que algo de culpa tendría el haber recibido una educación decente o el de contar con mejores ingresos, para que su boca continuara vomitando tanta malaventuranza que ni el más despiadado de los hombres desearía a sus enemigos.


Reaccioné, pero no para dar una respuesta sino para estimar que ya era el momento de irse y ya en plena retirada fue cuando llegó a mi pensamiento la primera pregunta que de una manera platónica intentaba explicar lo imposible “¿Qué estoy haciendo aquí?”.

La respuesta… 40%... de que?... Se estima que en Chile, del total de menores de edad que cometen un delito sólo el 40% de ellos logra una reinserción, y mientras las autoridades siguen equilibrando en una balanza la mano dura y blanda, estas cifras continúan aumentando.


Señoras y señores estamos frente a una nueva etapa en la delincuencia infantil donde es común ver jóvenes con un currículo que supera las 100 detenciones y 50 procesamientos.

Además, era febrero y la escasez de noticias obliga a los medios a publicar lo que venga por nula trascendencia que tenga y una situación como esta no podía estar ausente en el tabloide y puesto que ningún periodista se encuentra disponible para cubrir la nota (o simplemente no les interesa) me lo han encargado a mí, al practicante.


Que sabía de estos últimos delitos:

1) Todos ocurrieron en la intercepción de semáforos y la huída de los antisociales una vez cometido el acto es en dirección a la periferia de la ciudad.

2) Los más conocidos son una pareja de hermanos, los Salgado… (Sí, ese es el apellido de los Coca Cola, tienen apellidos igual que nosotros créanlo o no).

3) La única dirección que tienen como referencia es la de su abuela… por lo que en mi inocente pecado creía que su declaración sería un buen inicio para la nota.


En la esquina y de espaldas a la casa y aún con los incontrolables insultos por parte de la anciana como música de fondo, más me preocupaba que en mi calidad de alumno en práctica, una vez llegara al diario sin nada más que blasfemias a mi madre en la grabadora, nuevamente me enviaran a humanizar la historia de los pobres niños y su querida abuela.

¿Sabrá ella que no guardo rencores y del miedo que es estar frente a quien sólo ve en mí a un invasor, no importa cuan amigable me comporte, no dudaría por ningún momento que son capaces de apuntarme con cualquier tipo de arma artesanal y… fin, the end, se fini, au revoir?… pero aquí el malo soy yo, simplemente por haber nacido.


Más tarde comprendí que ese enajenado gesto es el resultado de lo que día tras día ha significado un atentado a la dignidad de personas que por cualquiera sea el motivo se han visto volcados a cometer actos de animalismo frente a una sociedad que ya mucho tiempo atrás les dio la espalda… rechazo que han sabido compensar con un televisor plasma, juegos de video, celulares y zapatillas con resorte.

Pediría perdón por todo lo que fui, soy y seré pero eso poco importa mientras estos individuos sigan construyendo su vida a costa de la desgracia del resto. Que es necesaria una reestructuración de la sociedad, es cierto. No conocen otra realidad.


Después de un par de horas y aún con el sabor amargo de tan malograda travesía, pude encontrar al fin tres palabras que lograban resumirla. Iluminación alcanzada por mi humana condición de ser, por una angustiosa realidad que aunque aqueja a muchos, el resentimiento les obliga a creer que el derecho al perdón divino sólo les corresponde a ellos y a nadie más. Es por eso que estas tres palabras, si bien no son una solución, es algo que por respeto tragué incontables ocasiones en apenas un par de minutos…



¡¡VIEJA DE MIERDA!!

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