martes, mayo 29, 2012

La Ciudad y los Perros

¿Ves eso que cuelga de tu cuello? Has pestañeado y surgen tíos reclamando ser tus dueños. Algunos sonrientes otros más violentos, que no te engañen todos quieren mantenerse sobre ti. 
Bueno tío, si estás de acuerdo con su política y estilo de vida, de comer sobras simplemente por ese adorno en tu cuello, pues debes saber que quien ladre por si mismo domará la libertad y la verdad a su antojo. Presumen pero siempre habrá quien ladre más fuerte. Si me preguntan, prefiero un coro de iguales que solistas sobre-valorados.


¿Ya aprendiste a hablar? Ahora prepárate a morder donde más les duele. Creerán ser dueños de todo pero las calles siempre serán nuestras.


Ejercicio de Montaje en Magíster de Cine Documental de la Universidad de Chile.
Imágenes de la marcha ciudadana del 21 de mayo de 2011 en la ciudad de Concepción, Chile.




ADIOS


Cuatro horas con veinticinco minutos y trece segundos. Más de la mitad del viaje. A punto de llegar a destino y confieso: No tenía intención alguna de bajar del bus. Desde un principio nunca quise subir, pero tuve que hacerlo. Se trataba de esa asfixiante sensación, que no había otro paso que dar. Que el futuro no llegaría, sino iba por este camino, sin desviarme.
Tampoco era mi deseo el vivir estancado en un eterno presente. Cómodamente. Jugando con lo original de mis ideas, que no son más que un collage de miles de otras ideas originales en su tiempo, moldeadas de tal forma para sentirnos únicos. Me tomé las molestias de incluiros en la última parte, porque considero que la nebulosa en la que vives tú, yo y cualquier mortal, no termina sino hasta la muerte. Vidas enteras malgastadas por un “por qué”.

Como habrán leído soy un tipo denso y esquivo al relatar. Aún cuando esta historia empezó siendo un viaje, no os digo de dónde vengo ni hacia dónde voy. Llovía afuera en la carretera y ya era prácticamente de noche.
Perdí el habla apenas ascendí al bus y desparramé mi cuerpo en el asiento. Me sumergí en un trance, siendo la tristeza el motivo de este éxodo. La principal culpable. Concentrado en seguir con los ojos el recorrido suicida de las gotas en la ventana hasta estrellarse al final del cristal y perdiendo así su condición de gota.
A ratos, luces en la dirección contraria reventaban dando mayor dinamismo a este estado. Enloqueciendo las pupilas. Todo parecía importar nada. Ver la cara de mis viejos despedazada por el dolor, no era algo que le recomiendan a un alma frágil y, sin embargo, resultaba necesario. Juré que después de esto nunca más volvería ahí. El malestar comenzó dos días antes de partir, cuando mencionaron  llevar entre mi equipaje el traje negro y una camisa del mismo color.
Insisto, si no les menciono el dónde estoy, es porque no tengo puta idea de dónde estoy. Algún lugar entre la séptima y octava región de Chile, para saciar su curiosidad.

-¿Usté’ es de má’ al sure?- preguntó mi acompañante regresándome de forma vertiginosa a la realidad.
-Sí, de Concepción.
-¡Aah! Pa’ allá hace mucho frío y llueve má’ que acá.
-Sí, tiene razón. El microclima.
-¡Eso, eso! Yo soy de Miraflores. Ahí llueve cuando tiene que llover noma’. Pedro Salvador Hidalgo Buenaventura, para servirle.
Extendió su mano dirección a mi cuerpo. Por un momento me perturbó tal muestra de confianza. Subió al bus en Rosario justo antes de que comenzara el aguacero. Pero no fue hasta oír su voz que supe de su presencia a mi lado.
Y entre toda esta confusión, me sacó una sonrisa. Imité su gesto tomando con firmeza su mano: “Antonio Retamal” mencioné por responderle algo. Parecía menos falso al decirlo de frente. A los ojos. Nunca sospecharía que no era mi verdadero nombre. El pobre campesino sólo necesitaba de una referencia y saber a quién le estaba hablando y Antonio Retamal bastaba para cerrar el trato.

Se trataba de un tipo de 60 primaveras, pelo cano, dientes amarillentos y no derechos. Pedro era de una alegría y transparencia admirables. En fin, una maravilla de ser humano. Me contaba de su vida como si lo hiciera con cualquier amigo.
A ratos se desesperaba cuando había un largo silencio, por lo que empecé también a hacerle preguntas de cómo es vivir en Miraflores. Ahora la sonrisa se la saqué yo y a continuación comenzó a sembrar su basta sabiduría de herraduras, del cómo domar a los equinos salvajes. De los viajes a Argentina en montura. De las briscas en la cordillera con el grupete de amigos, su buen trago de vino con harina tostada y un fuego para entibiar el gastado espíritu. De la crianza de gallinas. De cómo hacer queso. De los tiempos exactos para cosechar el trigo.

Todo habría seguido un ritmo acogedor. El quiebre ocurrió tras recibir un mensaje a mi celular de mi prima, que preguntaba dónde iba en el viaje. Me puso al tanto de la salud de los abuelos. El panorama era poco esperanzador.
Volví al trance, mientras la boca de Pedro no dejaba de relatar las maravillas del trabajo de la tierra. Dando las invitaciones correspondientes para cuando quisiera tener una vuelta por esos lados. Esto último es un supuesto, ya que dejé de prestarle atención.
Una nueva imagen se formó en mi cabeza, quien sabe si se trataba de una pizca de clarividencia. Lo único que sentía era el olor a los cirios de Iglesia y el sonido de rezos susurrados. La voz del campesino se perdió entre ecos ahogados, cómo si hubiese sumergido mi cabeza en un charco de agua, licor o lo que sea. Todo pareció irreal.

Comenzó a desagradarme la idea de que ese viejo creyera tener la razón de todo. Que su mirada era la única importante en la vida. Antes de seguir escuchándolo, decidí pasar al baño a respirar y estirar las piernas. Sorpresa fue notar que una bolsa al lado de mi pie derecho se movía.
-¡Cresta! –dije a tiempo que del bulto vi dos ojos saltones que advertían cualquiera de mis latidos. La cabeza daba movimientos entrecortados y comenzó a salir un olor a mierda de ave.
-Tranquilo, tranquilo rotito –decía Pedro al gallo, al mismo tiempo que golpeaba su cabeza suavemente. “Huaso bruto” dije para mis adentros, pero a “mis-adentros” no le causó mucha gracia, querían llegar rápidamente al baño.
Una vez en el cuarto de aproximadamente un metro de ancho y largo, y dos metros de altura, traté de llamar de regreso y saber cómo estaba todo allá. Pero la pésima señal en el trayecto sumado al mal tiempo lo hizo imposible. Sin nada mejor que hacer y los nervios a punta de lanza por la faringe, vomité lo poco y nada que había comido. Envié un mensaje y espere por nada, sumergido nuevamente en la incertidumbre.
De regreso a mi asiento continué con las preguntas para distraerme de todo. Don Pedro parecía comprender que con cada frase que me daba, sanaba algo en mi interior. Así llegamos a la historia con su mujer. Sus cuatro hijas y el único varón que mantendría el apellido de la familia intacto. De cómo esto lo rescató del charco de porquería en el que nadó por mucho tiempo. ¡Joder! Quería esa vida para mí.
-Miraflores- mencionó el auxiliar del bus y el mundo volvió a sus colores apagados y sabores agridulces. 

“Chao pues, Antonio” dijo don Pedro, una vez interrumpida la larga charla. Terminé sintiéndome un experto en la crianza de caballos y de gallinas. Además de que la invitación a su universo sería una buena forma de terminar mis días.
Se paró con su roto, que aún miraba mi pierna como si se tratara de su alimento favorito, con esos ojos histéricos e hiperactivos de las aves de corral. Me extendió nuevamente su mano arrugada y surcada, de venas gruesas. Bellas manos. Un ejemplo de quien hace su deber sin dudar. La aferré con ambas dejándole mis mejores deseos y que llegase a su destino sin sobresaltos.

Nunca más volvería a verlo, eso es seguro. Por dos segundos tuve deseos de bajar con él. Sería un buen escape, un vuelco en el cuento para aquellos que leen estos pliegos. Lo agradecerían como un desenlace fortuito del capítulo y lleno de intriga para seguir con la lectura y conocer más de la historia de quien relata, en un mundo nuevo por descifrar.
¡Que se joda Concepción, mis viejos, mis abuelos y toda esa pena que crece como cáncer en mi alma! Quién sabe, esto podría terminar siendo una historia de drama, comedia o amor, una lección de vida o una simple anécdota para contar a mis hijos y a los hijos de mis hijos, si algún día me animo a tener.

Pero fue un simple adiós, en algún lugar entre la séptima y octava región del país. El primer “adiós” de muchos en este viaje. Cuatro horas con cincuenta y siete minutos y dieciocho segundos.

HABÍA TOCADO FONDO

Entrar a un bar. Emborracharse con un licor barato y buscar una pelea en cada esquina de esos antros, alérgicos a la luz de sol. Golpear un par de veces para incentivar el ambiente, recibir el contraataque con los brazos abiertos. Perder siempre. Reír del dolor al terminar escupiendo sangre. Luego como un pordiosero, arrastrarme hasta el borde de la calle, sentar el pesado cuerpo.

No importa la cantidad de cuentos bienhechores que te contaron al ser niño. Si hubo un Dios por cada rezo, de cada persona en este mundo. Este cuerpo no tenía gracia ni alma, mucho menos pasaba ante la mirada de Dios. No la merecía.

La risa se transformaba en llanto, en la medida que la culpa carcomía virulentamente lo que en un pasado no muy lejano había ocurrido, sólo para preguntarte: “¿Por qué el muy hijoputa no terminó la angustia de una buena vez y te mataba con una merecida golpiza?”. Había que buscar otro bar y volver a intentarlo, pero pasaban las horas y más rápido se perdía el dinero que la vida.

Sabía el resto de la historia. Llegar a mi casa y desconocer al demonio frente al espejo, intentar armar el satírico puzzle de mi rostro. Alrededor de mi cuello una cadena pesada con el grabado “¿Qué hice mal?”. No dar con la respuesta, entonces limpiar la suciedad de las heridas para más tarde recostarse, sin descansar, mucho más imposible poder dormir.

Una semana de eso, todas las noches similares a la anterior. Ahí supe que había tocado fondo.

lunes, noviembre 08, 2010

ALFABETIZACIÓN S.A.

Todo estaba bien en la empresa, cuando sólo éramos 24 miembros en total. Todo estaba bien hasta que algunos comenzaron a hablar de globalización y de expansión internacional.

Desde nuestros inicios cumplimos con los requisitos mínimos para nuestro funcionamiento y con el pasar de las décadas y siglos, fuimos puliendo el trato con los demás. Más que una empresa era una gran familia. Míster A, ya incorporó hace un buen tiempo a sus cuatro hermanos de quienes, debo reconocer, su aporte mejoró la comunicación organizacional. Mayor fluidez, sensemaking y seminarios de toda índole.

Míster B, por su parte, llamó a su hermano menor a contribuir para que sus funciones fueran menos pesadas, logrando éste último gran notoriedad en poco tiempo.

Pero esos buenos tiempos son una simple neblina para el ahora. La excusa de mr. A y sus hermanos, quienes poseen hoy el control total de la directiva, tras imponer que sin su presencia todo se derrumbaría, fue que adaptarse a los nuevos tiempos, involucra el adaptarse a nuevos mercados.

A principios del siglo XX, llegó a formar parte de la empresa, unos cuantos miembros, que significaron la distorsión tanto de la visión como de la misión organizacional. Con una prioridad en la estética arribó al país míster W, encargado de las primeras capacitaciones. Enseñó a los presentes las políticas del país del norte, como si fueran las únicas válidas.

Míster W, no era ningún idiota. Apenas sospechó que su visa podría quedar inutilizable, tuvo un affaire con una de las secretarias, miss L. Producto de esta relación nacieron sus hijas gemelas de igual estampa que la madre. Es más, cuando miss L se retiró, fueron sus hijas las principales candidatas para obtener el puesto.

De voz nasal y directamente de Asia apareció míster Ñ -aunque algunos insistan que tiene más carácteristicas indígenas, pero siempre resaltaba la raíz de sus abuelos paternos don N y doña G-. Mucho aporte suyo no existió, solamente era necesario un personaje como él, para lograr la conexión con el comercio oriental. Eso sí, míster Ñ fue el único indicado para el puesto, ya que los otros candidatos poseían nombres impronunciables.

De a poco las nuevas mentalidades fueron ganando más adeptos dentro de la empresa y el país cada día, se llenaba de extraños forasteros. Los problemas de aduana obligaron a ser más exigentes en los requerimientos para entrar y salir de la nación. Pero el caos, aún derramándolo con cuentagotas, tarde o temprano romperá cualquier dique.

Míster H, es un ejemplo de la influencia de los chicos nuevos. Nunca le escuché una palabra, ni me dio mucha confianza, pero simpatizó con los extranjeros del norte. Lo sé por rumores de que le enseñaron a expresarse con una voz raspada de garganta y menos labios.

Y como si esto fuera poco, el muy hijoputa es conocido por su tratado interno con el señor C y sus negocios que encontraron cabida en países como China, Chipre y Chile. También se les relaciona a ambos, con algunos revolucionarios de a mediados del siglo XX. Un tal Guevara.

A mí, por la cercanía de nombre, me han relacionado con dictadores, con alguien desalmado a quien sólo le interesa el dinero. Tildado de demente, demagogo, díscolo, desadaptado, delirante, y por lo más extremistas como el mismísimo demonio.

Nunca estuve de acuerdo con la apertura de mercado, pero míster M convenció a todos de que era lo mejor. Históricamente, su palabra siempre tuvo mayor valía que la mía o la de cualquiera que lo conociese durante su vida de jefe de contaduría. Aún dice que se trata de un puesto que lleva en la sangre, herencia de sus abuelos que trabajaron llevando las cuentas a los romanos.

El caos no dejó a nadie de pie, propagándose incluso por la directiva y altos puestos ejecutivos. Quienes en el diario vivir no son superiores a nadie, es así como parientes cercanos de míster I, sus hijas para ser más específico, resultaron humilladas en la vía pública. Lo que supe fue que regresando a su casa se encontraron con una pandilla griega que, tras lincharlas, gritaron al cielo que aquí sólo ellos tienen la última palabra.

Hay que hacer algo al respecto. Los cinco cabecillas han prostituido todo lo bueno a su alrededor. Creen ser los únicos capaces para dar orden a esta problemática, que ellos mismos provocaron.

Yo sé la verdad. A ellos nada les importa más, que mantener intactas las cosas que les brindan su propio poder.

¡Hay que hacer algo! Esta histórica empresa llegará a su fin en cualquier momento. A veces pienso que soy el único cuerdo en este lugar. Estoy seguro que destacar por las diferencias, es una forma más de defender la libertad individual. Ese es el origen de mi fuerza, pero también de mi ceguera.

Entonces caigo en la cuenta, respiro y guardo silencio. Apago todo discurso revolucionario con un simple "¿Qué puede lograr una D? ¿Qué puede lograr una simple letra?".

AL LADO DE MI CASA


Al lado de mi casa vivió un loco. No podría decir con certeza que padecía o puntualmente como se convirtió en uno. Ni siquiera me baso en algún antecedente de su familia, para dar tamaña afirmación. Me mudé hace un par de meses y sólo sé que estaba loco.

Mi cuarto estaba continuo al de él. Cada noche oía sus discursos de incoherencia neta. Es el drama de vivir en casas pareadas. Sacrificar tu privacidad y compartirla con quien te rodea. Pero yo no tenía intenciones de compartir algo con este tipo. Nunca supe su verdadero nombre, porque cada noche lo cambiaba por algún recuerdo de niñez.

Algunas tardes se juntaba con otros locos a hablar de sus locuras. Se emborrachaban y subían el tono de sus voces, a medida se vaciaban los vasos y se iba la luz. No dejaban dormir a todo el vecindario. Sólo quedaba quejarnos con el dueño de la botillería de lo irresponsable que era al venderle alcohol a ellos.

"Señor, cliente es cliente" se excusaba el muy desgraciado y cambiando de tema nos preguntaba que íbamos a comprar.

-Siete panes y un paquete de aspirinas -Una rutina ya carente de espontaneidad y sumisa a la robótica de dar por sentado que la semana siguiente se repetirá lo mismo.

Me reuní con los otros vecinos los primeros días organizándonos como podríamos controlar esa situación y quien sería el encargado en tratar con el loco. Como no hubo consenso, todos los planes se frustraron.

Con el pasar de los meses, ya acostumbrados en parte a tal espectáculo carente de cordura, nos seguíamos juntando pero ahora con la intención de comentar como había sido la locura la noche anterior. Cada uno de los presentes aportaba con un detalle. Nos reíamos, compartíamos un par de cigarros y se nos iba la tarde apostando de que tratarían los próximos disparates.

El momento finalmente llegó, yo aposté porque se embarcaría en una aventura pirata por altamar, saqué un cuaderno y lápiz para apuntarlo todo. Si bien parece exagerado, estoy seguro que el resto de los vecinos también tomaban nota con lo primero que encontraran a mano.

-¿Sabes qué, Roy? Estoy cansado de que sea un mundo que no nos comprenda. Pero hoy llámame Capitán Junio, estos mares ya están saturados de malintencionados y hemos perdido gran parte de nuestra tripulación en la hoguera o colgados -hasta el momento creo que va bien. Diálogo propio de corsarios.

-Es tiempo de buscar nuevas fronteras, Capitán. Esta tierra terca se ha dormido ante la realidad, dando sólo cabida a la tragedia griega ¡Es el Apocalipsis!

-Correcto, mi estimado Roy. Que estos pobres diablos dementes, se queden envueltos en su gris. ¡Cambia el rumbo a la luna, que esta noche quiero cenar queso!

-¡A la orden Capitán! Pero ¿cómo nos defenderemos de los perros, que llegarán tras los gatos, que llegarán tras los ratones, que también quieren cenar queso?

-No te preocupes, en mis manos tengo la pistola heredada del padre que no conocí y ya está cargada -no me gustó para nada como se escuchaba esto último.

Dejé de escribir y salí corriendo en dirección a la puerta que da a la calle, esto se podría transformar en una desgracia. Pero antes de llegar comenzó un temblor acompañado de un ruido grotescamente fuerte. Caí al suelo, reaccionando en cubrirme la cabeza de manera instintiva.

¡Era el Apocalipsis!

Una vez que todo se calmó, pude ponerme de pie y salir. Afuera ya estaban mis vecinos mirando al cielo extrañados. Dónde antes se encontrara la casa de al lado había una columna de humo y un hedor a gasolina que se alzaba perdiéndose entre las estrellas.

Los locos ya estaban camino a la luna y nunca más fueron vistos por los alrededores.

martes, agosto 03, 2010

Del universo, del hombre y de otros pedazos (parte I)

Para empezar, resultó necesario hacer una lista de ideas, intentar complementarlas con mis conclusiones de mejor manera. Ojo, no se trata de la única manera, ni tampoco asumo en totalidad que estos sean pensamientos pioneros, pero si vale la pena tenerlos en cuenta.

DEL UNIVERSO

1.- La materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Es eterna:
Esta simple idea, ley comprobada científicamente, ya pone punto final al “creacionismo” que postula cualquier religión.

2.- El gran problema con algunas religiones es que insisten en que algo o alguien cumple rol de “creador” y que nosotros somos una obra más de él. Según esto y siguiendo la misma lógica, incluso ese supuesto ente debería ser creado por algo más. “Un Dios de dioses”, lo cual ya sólo pensarlo es absurdo e imposible de generar un verdadero “origen”.

3.- El Universo entero es un organismo dinámico en constante expansión: Cada una de sus partes comparte en si mismas un poco de la energía dinámica, que al ser constante sólo falta encontrar cuanta es la cantidad de esa energía acumulada en el todo… y en la “nada”.
Pero eso ya no depende de nuestra minúscula comprensión del mundo e incluso no debería importar si algún día conseguimos dar con una cifra, puesto que todo ya está funcionando de una manera involuntaria.

4.- Algunas creencias consideraban esa presencia de energía dinámica como “espíritu”. Afirmando que es posible encontrarla en cada una de las piezas del todo: desde el Shintoismo oriental (Japón), hasta el mítico Egipto, quienes (estos últimos) nombraron a esta energía como “Ra”.
Lo impresionante al realizar una retrospectiva, es que debemos considerar un punto en el que toda esa energía se mantenía acumulada, condensada, complementándose con la ciencia y su razón de un Universo expansionista.
Si resulta necesario mencionar algo como un "Dios" para entenderlo mejor, este podría ser considerado como aquella pequeña chispa de energía que contenemos cada uno de nosotros.

5.- Sin embargo, ahora lo asombroso, todo responde al equilibrio que encuentra éste espíritu, antes de seguir expandiéndose, si se mide en escala temporal esto podría marcar etapas claves dentro del crecimiento de nuestro Universo e incluso afectando a la subsistencia de cada una de sus expresiones de vida.
Los griegos consideraron como origen del mundo al “Caos” y sólo se logró una proliferación de la vida al encontrar el equilibrio. También cabe destacar que entre sus personificaciones más importantes se encontraba el indomable Cronos (Dios del tiempo y uno de los titanes), verdadero padre de sus dioses, entendiéndose como un estado de eterno avance sin espejo retrovisor.

6.- No existe la quietud en nuestro Universo, tampoco la muerte. Considerando que somos una insignificancia ante el tamaño de éste organismo, cabe la necesidad de decir esto de la forma más directa: “El fin de tu existencia ahora, no es más que el inicio para otra vida mañana”. Olvida un momento encontrar un premio o castigo al final, eso sólo se ha considerado para que tu puedas tomar decisiones acorde a tu bienestar y al bienestar del resto mientras estés “vivo”, jugando con extender el orden lo más que se pueda.
Considera a la muerte, como un paso más. Aquel en el que te liberás de una simple cáscara, para conectarte nuevamente a un organismo más grande. Proceso que sólo aceptándolo desde un principio, no llevará a mayores conflictos ni a obstáculos en tu crecimiento.

7.- “Toma nota de lo que te rodea, porque ha estado desde mucho antes que tú nacieras y estará mucho tiempo después de tu despedida”. La naturaleza, como ocurre con el hombre, goza del individualismo en la mayoría de sus especies.
El primer paso en el instinto de supervivencia de un nuevo organismo está en replicarse, en extender de alguna forma su vida o la de su estirpe. La evolución en este punto sugiere mecanismos de adaptabilidad que generan a su vez una mayor diversidad y separabilidad en cada uno de los individuos. Pasando de la procreación asexuada de los unicelulares, a la generada por relaciones sexuales por los pioneros corales y más tarde por animales y plantas.
Ningún animal es igual a otro así como ninguna flor es igual a sus hermanas.

8.- La sabiduría en la naturaleza va en que cada uno de sus elementos no cuestiona, ni cuestionará, el hecho que algún día dejará de ser tal. Sin embargo, como punto final de cualquier proceso, la fruta esta conciente que de su semilla se generará una nueva fuente de vida… así sucesivamente.
Y aunque se trate de un ejemplo en escalas menores, ten por seguro que a grandes rasgos no debería ocurrir algo muy diferente, porque todo responde al mismo equilibrio.

Somos seres eternos.
(Continuará)

domingo, marzo 21, 2010

Capítulo 2

El Tritón partió la madrugada del lunes 7 de febrero con rumbo a Juan Fernández, unos cuantos billetes significó tener como aliado a Pedro Buenaventura, el dueño de la embarcación pesquera, un tipo de baja estatura y prominente barriga, con escamas en vez de manos. Conocía el horizonte, al punto que aún con los ojos cerrados sabría llegar con exactitud a las islas. Sin duda un buen compañero de historias.

-No creerá todo lo que dice el crío ése. Poco ha vivido como para darse cuenta de que lo han timado- decía el capitán, con desprecio –. Pero cualquier excusa es buena como para escapar de tierra firme. Aquí afuera sólo somos nosotros y Dios- se acercó con una botella de grapa que no pude rechazar. Horas antes, me habían interrumpido un trago y la garganta tenía asuntos pendientes.

Mediodía y el chico no despega la vista del papel, parece extrañado ante los garabatos, finalmente se acerca y pregunta mi opinión. -Puedo distinguir al archipiélago, pero aquí hay un punto más alejado… supongo será otra isla, pero es demasiado pequeña como para ser Rapa Nui. ¿Qué opina usted?-

Tomé el mapa y me senté a reflexionar sin soltar la botella de mi mano, mientras que el niño se retiró balbuceando algo inaudible para no interrumpir. Ahora que lo tenía entre mis manos parecía más real que ficción. La tinta utilizada era de un tono rojizo, incluso morado, no cabía duda… se trataba de Púrpura de Tiro, tinte utilizado principalmente por la alta sociedad, por su exquisita elaboración y consiste en la mucosidad de un caracol de mar carnívoro, el Múrex brandaris, habitante de las costas mediterráneas. Un largo viaje para desprestigiar aquel plano. Además, en caso de tratarse de un mapa falso, lo común es que la tinta sea china, de un tono más opaco, incluso negro, a base de carbón vegetal y de más fácil acceso en el comercio.
Seguí inspeccionando la carta y encontré un pequeño escrito al reverso, que parecía ser inglés, pero como el tiempo ha dañado gran parte del mensaje, sólo logré descifrar lo siguiente “Y las aves se disponen a volar a paso de liebre, un sol y mitad hasta Más Afuera de la madriguera”.
Un escrito sin sentido a primera vista, pero la casualidad no cabía en el papel.

Más allá del archipiélago se encontraba la isla de Salas y Gómez, también llamada Motu Motiro Hiva en rapanui, su traducción al español sería algo como “islote del pájaro en el camino a Hiva”. Inmediatamente llamé al chico y al capitán explicándoles mi observación.
-Lo que dice tiene bastante coherencia. Sin duda es el punto de partida para encontrar el tesoro. Capitán dirijamos el rumbo hacia Salas y Gómez, por favor- Buenaventura acato la orden pero no le interesaba lidiar con el chico y la imprudencia en sus palabras, por lo que mirándome con una mirada de desagrado me convertía en cómplice de su enfado, al mismo tiempo que giraba el timón unos grados hacia el norte.

Una vez en la isla los tres discutimos cual sería el siguiente paso.
-Supongo que tiene algo que ver con “…a paso de liebre, un sol y mitad…”- dijo Buenaventura, contagiado ahora por el entusiasmo del grupo.
-Un día y medio- respondió el chico -pero eso de ¿paso de liebre?-
-Se refiere a la velocidad. Una liebre puede alcanzar hasta 70 kilómetros por hora, pero para ese entonces lo habrán relacionado con un paso lento- señalé agregando que –Lo importante ahora es definir hacia donde-.
-Tengo una pregunta- levantó la mano el capitán, para luego indicar un par de palabras en el escrito del mapa- ¿Qué significan esas dos palabras en mayúscula?-
-“Más Afuera”- respondí.
-¡Aaah!… Entonces para allá nos vamos- dijo con seguridad el navegante. Con el chico nos miramos extrañados, pero luego de la explicación de Buenaventura todo tenía lógica.
Las dos islas principales del archipiélago son Robinson Crusoe y Alejandro Selkirk, conocidas antiguamente por su posición en el mapa, es así como la primera es nombrada también “Más a Tierra” y la segunda coincidentemente recibe el nombre de “Más Afuera”.
No niego que el entusiasmo me invade, pero mantengo la calma. Por su parte tanto el chico como Buenaventura ya especulan con el botín planeando en que lo gastarán. Un par de botellas más son destapadas acompañada de una cena de pescado, festín para dar término al primer día luego de zarpar de Salas y Gómez.

-Estamos a dos tercios de camino, no puede ser aquí- decía el chico, extrañado-¿está seguro qué no nos desviamos capitán?-.
-Seguro. No ponga en duda mi trabajo, mocoso-
La discusión siguió, pero antes que el par terminara en los puños, les llamé la atención indicando un brillo en la superficie.
-Es sólo el sol de mediodía. Por dios, a la hora que me toco lidiar con este par de viejos…- el chico no pudo terminar su frase y al corto tiempo estaba siendo arrojado al mar.
-Hasta que por fin se calló, refrescándose con el agua se calmará el sabelotodo- Buenaventura, satisfecho, se retiraba cargando un trozo de madera.

Sólo reaccioné en arrojarme a las aguas tras él, mientras se hundía inconsciente. Una vez sumergido, lo tomé entre mis brazos para salir a la superficie, pero si hubo algo en lo que tenía razón el chico era en llamarme viejo, porque tardamos más segundos de lo que estimaba en emerger. Sin embargo, no fue hasta sumergirme completamente, cuando me di cuenta que aquel brillo no provenía de arriba, sino del fondo del mar.
-¡Buenaventura, lanza una cuerda!, ¡Lo encontramos, está justo aquí abajo!- Toda la discusión quedó en el olvido y en pocos segundos estábamos nuevamente los tres a bordo como buenos amigos. Con mis viajes comprendí que el impulso de los hombres a actuar, es únicamente el bienestar de su pellejo.

martes, marzo 09, 2010

con tus propios ojos

Si esperas leer una historia tipo hollywoodense de la cual soy el protagonista, te ruego te detengas inmediatamente, regreses por donde viniste y no vuelvas.

Hoy supongo, a unos cuantos días del hecho, ya habrás visto fotografías, grabaciones, despachos en directo o has podido viajar a estos lares, para observar con tus propios ojos que la zona tiene una pena mucho más allá de lo estructural sino más bien encarnada, y que toda tragedia siempre puede evitarse.

Porque mientras algunos se preocupan de quien tuvo la culpa, tirando dardos a ciegas sin siquiera haber sostenido una mísera caja de ayuda en todo este circo, otros ya lo digieren como una anécdota más que contar en sus juntas con amigos. Recordando los capítulos de lo que dicen fue sólo una gran aventura.

La otra cara aún no se esconde por completo, familias enteras que ya no tienen alma en esta tierra y vagan sin esperanzas por la tumba de lo que fue el fruto de sus esfuerzos.
Ahí deberíamos apuntar y no en las caras bonitas o televisivas, que viajan desde Miami o en la generosidad de los tipos con traje que se van a acostar tranquilos luego de entregar sus cheques, olvidándose luego del asunto por el resto de sus vidas. No es más que el pequeño parche a una herida con gangrena.

Doy gracias por algunos que ya con una mentalidad de encarar la situación y volver a ponerse de pie, ayudan a los más frágiles en el camino, con sus manos semejantes sin hacer distinciones de colores y credos. Por el momento ayuda y provisiones faltan en sectores más impactados, pero la voluntad de continuar sobra.

Lo que más ha afectado en parte es el miedo, a el aislamiento, al hambre, al descontrol y el oportunismo. Escenario que muchos enfrentan con fuerza y mostrándose templados ante el animalismo de unos. Ojo, templados no entregados.
Tal cual nos han aclarado uniformados en las calles "o son ustedes o ellos", evidencia de los mil pasos atrás que hemos dado como sociedad, para darnos cuenta de lo miserable que somos espiritualmente.

Sigue penando el sismo, recordándonos que es el que manda de vez en cuando. A veces desearía una limpieza general, acabar con la farsa de país civilizado en el que vivimos y empezar de cero. Sin embargo son necesarias estas sacudidas para detenernos y meditar que es lo que estuvimos haciendo mal todo este tiempo... y de que manera ahora podemos mejorar como personas y como nación.

Sólo queda por gritarles a aquellos que aún luchan mientras se ponen de pie y a aquellos que han perdido alguien en el camino, conocidos o no, personas todas, FUERZA. Sacudidas que van y vienen, por ahora comunicados, mañana quien sabe... aunque sé con lástima, que ya lo habrás notado con tus propios ojos.

Concepción, Chile
28 de febrero de 2010

miércoles, noviembre 18, 2009

Capítulo 1

La fama de explorador me precede, sin embargo al no ser un trabajo como cualquier otro, con horarios establecidos tengo que arreglármelas con la inestabilidad económica. Mi riqueza se construye a partir de la experiencia, no para nada se vive cinco décadas, carga que llevo marcada en mi rostro y en la sabiduría de mis palabras. Pero de todas las historias ninguna goza de tanta significancia como la siguiente.


Bar de puerto, antro alérgico a la luz del sol y de un insoportable olor a humedad y bestias marinas. Punto de inicio a una aventura más para mi bitácora pero que aún no daba sus primeros pasos, por la ausencia de mi acompañante.
Luego de un par de tragos, un muchacho inquieto se detiene en el umbral de la puerta. Nadie nota su presencia sólo hasta mencionar mi nombre a todo pulmón, llamado al que respondo alzando mi brazo. Después de las formalidades, el chico comienza un discurso acelerado que poco entiendo.


-Te contraté para tres destinos, que me mantendrán ocupado por el resto de mi vida. Cosas que siempre quise realizar pero que sólo hoy puedo dedicarme por completo a ellas. No se preocupe por el dinero, puesto que ahorré lo suficiente para todo el viaje, pero me falta un guía y ahí entra a jugar su papel…-
-Espera un momento, vas muy rápido- interrumpí -Nombra las tareas para organizar de mejor forma el viaje- algo me atraía del chico, su vitalidad me recuerdan en parte al yo de hace treinta años; fuerte, rápido y por sobre todo vivo.
-Disculpe. Todo de nuevo. Una de ellas es buscar mi gran amor. Nos conocimos siendo niños, pero con el pasar de los años nos fuimos distanciando por nuestras profesiones en parte y hoy sé donde empezar a buscarla. Otra es alcanzar la cima del mundo, siempre quise probar suerte desde que leí la historia de Edmund Hillary… ¡ah! y la primera de todas, y he ahí porque lo cité en este puerto; viajaremos al archipiélago Juan Fernández- una pequeña pausa e inclinándose hacia delante susurró que posee un mapa original que indica la ubicación exacta de un tesoro en las profundidades.


Llamó mi atención el que se sintiera seguro de la veracidad de la cartografía, puesto que muchos mapas falsos se reparten de mano en mano y a todos los precios. El tipo no parecía un iluso al comentarlo y mientras no estuviese dinero mío comprometido tampoco debería preocuparme, además, los años me enseñaron a nunca desperdiciar la oportunidad de seguir maravillándome con el mundo, sin importar si todos nuestros planes no resultan como esperamos.

Un último sorbo y partimos.

domingo, octubre 25, 2009

La gran sinfonía

Todo debería resumirse en lo siguiente…te sientas en una esquina...
no importa si llueve
si hay sol,
tu edad,
tu color de piel,
la izquierda o la derecha,
tu credo,
tu nacionalidad,
tu dinero en migajas,
tu título universitario,
el partido del fin de semana,
tu calidad de bebedor,
los impuestos que ayer pagaste
o las deudas que aún en vida no podrás pagar,
si comprarás ese auto nuevo,
si subirá el precio de la bencina,
del pan de cada día
o el de las indulgencias a crédito,
si hoy tomaste tu medicina,
si sentarse es de "flojos",
el pelo largo o los uniformes,
si el lunes lo dejas
o que fumas para calmar los nervios
aquellos que llegan,
aquellos que van,
y aquellos que nunca vendrán,
si el del al lado roba más... o mejor
y si acaso algún dios está al tanto,
lo que alguna vez dijeron los viejos
y aquello que los más jóvenes te reprocharán,
si te has caído,
si te has puesto de pie,
si ríes,
si lloras,
si amas a alguien,
si aprendiste a olvidar,
los prestos, los vivaces, los allegros, los andantes
y finalmente los adagios
... te sientas en una esquina y aguardas en silencio. No permitas que la respiración nos contradiga, conserva el ritmo y por ningún motivo cierres los ojos.
Notarás como la ciudad respira desde su gris y monótona alma, mil sonidos que muchos mezclan con su propia piel, pero que olvidaron hace ya un tiempo, la invitación a redescubrirlos como parte de una gran sinfonía...

¿Sinfonía, cuál sinfonía?

En nuestro rostro se esboza una sonrisa, una forma sincera y piadosa para demostrarme que aún no se abraza por completo la locura.
La quietud se rompe para pronunciar desde mis labios tu respuesta

La vida.